La tragedia aérea que acabamos de vivir nos pone una vez más ante determinadas realidades que no queremos ver o no podemos comprender.
La primera constatación es el disgusto que produce ESE TERRIBLE PODER de convertir todo en un espectáculo mediático, hay algo de perverso y trágico, mas que en el accidente, en el circo que viene a continuación y que no respeta el dolor ni permite el auténtico duelo de los familiares y amigos. Seguramente los medios son una empresa que vive del negocio de la noticia y estas tragedias le vienen de maravilla sobre todo en verano que languidecen de noticias sensacionalistas. Pero esto no sería posible si no fueramos unos consumidores ya acostumbrados a tragarnos todo y entre lo que sabemos consumir es el dolor, ajeno por supuesto.
Desde la ética creo necesario plantear que el imperativo humano ante esta mercantilización de la tragedia debe ser el respeto. Creo que es un ejercicio rídiculo y manipulador el hablar de solidaridad con las familias a través de una declaración a la prensa. O sentirnos satisfechos y emocionados porque los cantantes de moda o los deportistas más famosos dedican su triunfos. por favor un poco de dignidad.
Por otra parte todas estas anomalias y la forma de acercamiento al tema que hacen los especialistas, solo revela la mala relación que tiene nuestra sociedad, nuestra cultura con la muerte. quien se atreve ante todo lo que se afirma tan categóricamente por especialistas que la muerte tiene un sentido y que mal hacemos en negarnos a ello. Si lo mejor que podemos hacer es reconocer que en la muerte de los demás nos enfrentamos a nuestra propia muerte. Y que de lo que hablamos o queremos hablar al referirnos al sentido de la muerte es en el fondo al sentido de la vida.
Y finalmente la sorpresa de nuestra cotidianidad. Vivimos, especialmente en verano, pensando y concentrados en sacar el provecho de la vida, exprimiendole aquello que es externo a nosostros y pasamos de largo ante ese mundo interior que realmente fundamenta nuestra existencia. Estamos de paso, somos pasajeros, tal vez seamos sobrevibientes, pero sea cómo sea, o por duro que sea, estamos en un avión, en un tren, en un mundo y no somos expectadores. Lo que realmente sucede nos esta sucediendo a nosostros, no lo olvidemos, lo reeal no es el espectáculo que nos presentan en los medios por duro o terrible que nos lo presenten.
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