14/9/14

La víctima que llevo dentro

Transformando Talento.


Las personas vivimos en dos mundos sistémicos. El primero de ellos es el externo, vinculado a las relaciones que mantenemos con otras personas: en el aspecto laboral, familiar, amical, profesional, social, político, etc. En cada uno de ellos estamos teniendo resultados positivos o negativos. Suele suceder que en un entorno laboral nos va extraordinariamente bien y en otro no. No logramos entender por qué a veces nos ocurre esto y solemos culpar a otros cuando las cosas no nos salen como esperábamos. No deberíamos salir de esa experiencia incómoda hasta haber aprendido algo. Como dije en un artículo anterior en SE, somos seres espirituales que vivimos una experiencia humana y estamos en esta Escuela Espiritual llamada Tierra para aprender. Es parte de la malla curricular de nuestra carrera de aprendizaje llamada Vida.

El segundo de los mundos, el sistémico interno, tiene que ver con las interacciones de nuestro mundo de creencias personal. Esas creencias son resultado de las experiencias del pasado, muchas de ellas vividas y otras traspasadas por generaciones y tienen su efecto en la realidad que construimos. Como dice uno de los principios de la metafísica: “toda causa tiene su efecto, todo efecto tiene su causa”. Nosotros creamos nuestras oportunidades, todo lo que nos está tocando vivir actualmente lo hemos generado ya sea consciente o inconscientemente. De allí la frase “nada ocurre por casualidad”.

Lo bueno y lo malo que nos ocurre en la vida lo hemos creado internamente y cocreado externamente en las relaciones con otros. Hay causas genéticas y otras heredadas como resultado de la influencia de nuestros ancestros, la sociedad en la que vivimos, la religión que practicamos, las enseñanzas en el colegio, la universidad, los puestos de trabajo, nuestros mentores, los amigos, los entornos sociales, etc. Somos el resultado de todas esas interacciones y sus contradicciones. Los equipos, las asociaciones humanas, las empresas, etc. son el resultado sistémico de personas que llegan en el momento presente con todo ese “paquete” de creencias, algunas irracionales y otras potenciadoras. De ahí que conectemos rápidamente con algunas personas y con otras nos resulte imposible.
Solemos culpar y victimizarnos con aquellas personas con las que nos es imposible relacionarnos de manera efectiva. Con ellas, desde el principio de causa y efecto, creamos y cocreamos una relación que no funciona. Para revertir esto es fundamental la disposición de ambas partes a: 1) abandonar la postura de “tener la razón”, 2) creer que la experiencia es única y de aprendizaje, 3) tomar conciencia de que lo que cada persona siente tiene menos que ver con quién es el otro y mucho más que ver con los sistemas emocionales, espirituales, mentales, corporales y energéticos internos, y con las creencias y temas no resueltos de la persona.

Lo que está ocurriendo allá afuera tiene menos que ver con lo que está en el exterior y mucho más que ver con lo que está ocurriendo internamente, producto del mundo de creencias resultante de las experiencias del pasado. Por ello cada uno de nosotros debemos tomar conciencia y analizar la información que hemos recibido a lo largo de nuestra vida y a partir de ello seleccionar las creencias potenciadoras que deseamos mantener en nuestra mente y desechar todas aquellas creencias irracionales que nos impiden ser efectivos y felices en la vida. En este proceso debemos recordar lo que pensaban nuestros padres, abuelos y mentores y elegir aquello que queremos que forme parte de nuestro conjunto de creencias. Siempre tenemos la libertad de poder elegir en el momento presente. Nuestros pensamientos, expresados a través del lenguaje, determinarán nuestras acciones y crearán nuestra realidad.
El mundo de creencias interactúa dentro de nosotros creando nuestros valores, motivaciones y estilo de personalidad, pasando a constituir los filtros desde los cuales percibimos, interpretamos y definimos la realidad. Humberto Maturana, biólogo chileno, PHD de la Universidad de Harvard y estudioso de la percepción, confirmó que los seres humanos no vemos ni oímos con los ojos ni oídos, sino con el cerebro, quien se encarga de filtrar la información percibida e interpretarla en función de los paradigmas y conjunto de creencias que surgen como resultado de nuestras experiencias del pasado.
De ahí la necesidad de observarnos a nosotros mismos. Subirnos al ‘balcón’ para analizar nuestras conductas y nuestros resultados. Si los resultados son buenos o no, debemos preguntarnos por los comportamientos que nos llevan a ellos. Solemos victimizarnos cuando los resultados no son buenos culpando a otros o a las circunstancias. Desde el ‘balcón de la auto observación’ debemos reconocer que creamos y cocreamos los resultados que obtenemos, conjugando nuestros mundos sistémicos internos y externos. Debemos también prestar atención al observador que somos para descubrir los paradigmas desde los que observamos, percibimos e interpretamos la realidad. Si lo que estamos creando no nos gusta, ha llegado el tiempo de cambiar.
El cambio es superficial y conductual, es reversible. La Transformación es un cambio de paradigmas y creencias, y es permanente. El victimizarnos es una creencia que necesita transformarse para que podamos alcanzar los resultados que deseamos para nosotros y que nos merecemos. El resultado final se llama felicidad, y ésta se alcanza siendo efectivos en la vida: eficaces porque conseguimos nuestros objetivos personales; eficientes porque los alcanzamos con la menor cantidad de recursos y energía.
La próxima vez que te veas a ti mismo quejándote o justificándote (utilizando el “es que” como muletilla) piensa con detenimiento si estás victimizándote y buscando culpables por los resultados que no estás alcanzando. Detente unos instantes para identificar a quién culpas: a tus padres, a tus amigos, a tu colegio o universidad, a los políticos, a tu jefe o compañeros de trabajo, a tu país.
Pregúntate: ¿qué has hecho para crear o cocrear estas circunstancias? La realidad que estás viendo ¿cómo la caracterizarías?, ¿es positiva o negativa?, ¿qué ocultas de ti mismo detrás de esas quejas?, ¿cómo has contribuido para que sea ésa la realidad que estás viviendo o la percepción que tienes de ella?, ¿cuánto tiempo tienes justificándote o victimizándote?, ¿ha cambiado en algo tu vida al quedarte estancado en esas creencias, patrones o quejas persistentes?

Tu futuro depende de las creencias que desees mantener hoy en tu vida. Si quieres que sea diferente a tu presente o a tu pasado, ha llegado el momento de trabajar en tu liderazgo transformacional.

Artículo de Fernando Gil.
International Coaches Trainer certificado por la International Coaching Community y Associate Certified Coach por la International Coach Federation. Presidente de la Asociación Peruana de Coaching y Managing Partner de la Escuela de Coaching y Desarrollo Organizacional, Jamming. 

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