Una vez había un cachorro de león que se perdió y se metió en un rebaño de ovejas. Allí creció y se creía una oveja como todas las demás. Pero un día un león adulto se acercó y todas las ovejas huyeron espantadas para ponerse a salvo y, entre ellas, el cachorro también corrió asustado, pero el león adulto que lo había descubierto le dio alcance y el cachorro asustado le dijo: ¡No me comas, por favor! Pero el león adulto sin decir bsolutamente nada, lo cogio del pezcuezo, lo arrastro hasta el borde de una charca próxima y le obligó a mirarse en el reflejo del agua. El cachorro al verse despertó y, desde entonces, ya fue todo un león.
No importa cuán estrecho sea el camino, cuán cargada de castigos la sentencia, yo soy el amo de mi destino: Soy el capitán de mi alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario